jueves, 22 de diciembre de 2016

Caja navideña, vacía

Estoy triste, ¿puedes consolarme esta noche?
El frío que entra por la ventana me está congelando, levantarme a cerrarla no está entre mis opciones, igual que alejarme de vos.
Sí, voy a empezar a hablar con doble sentido otra vez, porque soy una pesada dramática y encima estoy bajón, de bajón.
No hay más shots, ni maní con chocolate. Esa caja era una mentira, peor que vos abrazandome de costado, apoyando tu nariz en mi cuello antes de dormir.
A la gente le va bien, ¿viste? Y estoy tan densa conmigo misma y mi martirio que podría decir que todos progresan, menos yo.
La Rollinga de fue al viejo continente, y no me habla;
La de lentes ya debe trabajar para Google y tampoco me habla;
Aquellos sonríen todo el tiempo, nunca se los ve llorar.
El de los ojitos achinados sube al escenario todo el fin de semana y presentó su cd;
La que me sacaba la lengua de casó y tiene la panza a punto de estallar; y también se alejó de mí.
La lista puede seguir, lo juro, pero hacerlo es seguir alejandome de mí, metiendome en lugares donde no estoy, de donde el Universo me sacó y yo insisto, mierda que siempre insisto en volver.
Vibra el celular y llegan mensajes que no quiero leer, el pasado nunca me ha dejado de llamar y aunque no lo acepte, siempre me quiere hacer volver. Busco salir, escalar el muro y termino mil pies abajo de donde empecé; sola.
Reniego, reniego de tanto renegar y me canso de hacerlo y no puedo parar. Necesito puntos, basta de comas. Ya no más.
¿Por qué siempre los fantasmas me vienen a buscar? ¿Tan difícil es donar una vida en el Candy Crush?
Estoy triste, ¿puedes dejar de dibujar y abrazarme un rato?
Me duele tanta soledad, y el silencio me quiere matar.

sábado, 17 de diciembre de 2016

El Magistrado

Yo estaba enamorada. Estaba enamorada de vos.

Hacía tanto tiempo que no sentía esa sensación horrible en el estómago. Hacía tanto que no podía dormir de tanto pensar y delirar sobre alguien. Hacía un montón que no flasheaba mil historia con mil finales distintos con nosotros como protagonistas. Hacía mucho que no me enganchaba así.

En aquel tiempo pensé, como es usual, que nunca más iba a volver a estar así de feliz. Me creía estúpida por repetir un nombre con una sonrisa en la cara y los cachetes colorados. Repetía una y otra vez que había sido una idiota y que eso iba a cambiar. Y así fue, hasta que vi tus cejas enormes con tu nariz perfecta, y la oscuridad de tus ojos me obligó a perderme en ellos. Así de bien me sentía cuando no te conocía.

Después volvieron los buenos momentos en mí, volvió el sujeto-objeto a quien extrañar, y también volvieron los tragos amargos, la insatisfacción eterna y la puta soledad. Vos ya no me dabas lo que quería, pero te necesitaba para alimentar mi hambre de drama. Vos eras lo que yo quería, y no te tenía.

Todo fue peor hasta que perdí el control y con cuatro palabras me bajaste de la nube 284, en donde creía que era feliz, postrada ( sí  ) en una porción de tierra que dibujaste y creí mi lugar.

Hasta que me cansé de hacerte creer que me hacías un favor cada vez que juntabas ganas y te dignabas a abrazarme. Nunca fue así, pero como toda masoquista quise jugar así. Siempre un juego.

Te dije lo mucho que te había querido y te molestaste. Te molesto saber que alguien se había enamorado de vos. No tuviste el valor para hacerte cargo de lo que tu personaje inspiró. Sin embargo no te culpo por nada, todo está bien.

Nada está en orden cuando regresas. Aún no han vencido las hojas de aquella planta, pero pronto, confío en que así será.

Mientras, me dejo llevar.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Emergency room

Me sentía rara, me faltaba el aire. A veces sentía que el corazón me latía tan fuerte que se me iba a salir del pecho. O quizás por la boca; quizás así explicaba las náuseas y las cosas raras en el estómago que me daban ganas de vomitar.
Me sentía enferma. Con un virus desconocido por mis anticuerpos. Algo me estaba matando por dentro.
En mi cabeza también estaba. No podía dormir porque en mis sueños también aparecía.
Sentía que me estaba muriendo.
Me senté en la sala de espera, pero no venía nadie, y  los que pasaban no me podían ayudar. Nadie me entendía, y sin embargo me moría.
¡¿Cómo puede ser que no haya un médico en este hospital que pueda curarme?!
Me levanté como pude y me fui a otra sala, en otro lado; también pasé por lo mismo.
Otra vez nadie pasaba y el que pasaba me tenía de aquí para allá, enfermandome un poco más. Nadie me curaba. Nadie me entendía. Nadie me escuchaba.
Ya estaba cansada. Agotada. Aburrida, pero necesitaba saber qué me aquejaba.
¿Por qué no puedo estar en paz?
Así fue que, como pude, me volví a levantar y me fui -casi desesperada- a la sala de emergencia de un hospital nuevo en el lugar. Estaba lleno. Todos me querían atender.
Me asusté por tanta gente, y cuando vi al doctor sonreír pensé que él me iba a decir qué tenía. Pensé que me iba a salvar.
Vos no te estás muriendo, este no es tu momento, ni el lugar.
Dijo con su mirada de ojos color miel, sin siquiera abrir la boca.
Y así me salvé.
Quizás fue su sonrisa, o quizás yo no estaba enferma. Quizás tampoco me estaba muriendo, pero qué loco cómo un Hola puede salvarte del delirio, y sacarte de la oscuridad.

Lourdes

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Lo que no ves

Ando a mil

De aquí para allá, llevando y trayendo. Ocupado, siempre apurado.
Caminando tan rápido por alguna peatonal -o en una vereda muy angosta, peor- que terminas chocando con el hombro de algún otro que camina en tu contra. Y no hablar del que está delante y parece que va paseando y no cede lugar.
Vas agitado, llegas a destino todo transpirado, alterado. Haces lo que tienes que hacer y otra vez la carrera con el mundo para llegar al otro lugar que debes ir.
Nunca tienes tiempo. No pasa por salir temprano o haberte dormido media hora más; siempre andas a mil y te cansas.
Así es como te empiezas a cansar, no sólo de ese ritmo catastrófico, sino de todo lo demás.
Te quedas sin energía para disfrutar de lo más mínimo, y en tu tiempo libre sólo esperas poder dormir.
¿Por qué?
Quizás es muy probable que no puedas evadir esas obligaciones que debes cumplir sí o sí. Quizás dejas seguir haciéndolo todos los días hasta que te asignen otra tarea distinta pero donde igual vas a vivir así. Quizás eso no lo puedas cambiar.
Pero, ¿no crees que podrías tomarte cinco minutos para respirar?
Sentarte en un banquito cualquiera de una plaza o un boulevard del trayecto que siempre haces, por donde pasas constantemente y nunca te detienes a observar.
Sólo un momento. Sentarte a tomar aire y escuchar el ruidito de los pajaritos; las conversaciones de la señora que está sentada a pocos metros, luchando para que su hijo/nieto no levante el helado del piso. O por qué no, mirar correr el agua turbia de la fuente, que por fín está funcionando.
Fumar un cigarrillo, darle un mínimo momento de relax a esos pies que todavía tienen para rato.
No le hace mal a nadie, ni tampoco es tiempo perdido. No vas a cambiar el mundo en cinco minutos, y si se pudiera, no lo harías igual por estar cansado, con la mente acelerada.
Evita el estrés de vivir así, a mil.
Te puedo asegurar que en cinco minutos en una plaza se te pueden ocurrir las mejores ideas, y hasta surgen las respuestas a eso que te estuvo comiendo la cabeza desde hace un mes.
Hasta puedes conocer a quien siempre buscaste, quién sabe...
En una de esas, estas invirtiendo. Y esos simples cinco minutos se vuelven más productivos que las ocho horas que pasas trabajando.

Ya pasaron los míos, me toca seguir.

martes, 6 de septiembre de 2016

Gamer

Jugando conmigo, ¿qué ganas?
Un experto en el manejo de realidades virtuales. Conoce más de cien combinaciones para no perder.
Con sus suaves manos -que han entrenado bastante, con quién sabe cuántos joysticks- realiza las combinaciones exactas, perfectas, para desarmarme por completo.
Me dejo llevar
Con la mirada desafía, me invita a jugar con él, me incita a perder. Yo le quiero ganar, y cuando pierdo
Me dejo llevar
Él es un gamer profesional, se sabe todos los trucos para zafar. Me ve enojada, me deja ganar. Me vuelvo a enojar.
Me dejo llevar
Me tiene como loca, me muerdo la boca de ganas de comerle la boca. Vuelve, viene, me deja y se va;
Me dejo llevar
Como un vicio, es adictivo. Qué difícil es dejarlo de jugar. Es el juego más entretenido de un tiempo hasta acá.
Me dejo llevar
¿Pasé de nivel o es el round más largo que alguna vez jugué?
Me gusta jugar, ¿le gusta jugar?
Si yo pierdo, ¿quién gana?
Si él me gana, ¿qué gana?
Una vez más, decidida
Me dejo llevar

viernes, 15 de julio de 2016

Afinadísimo

¡Qué lindo volverte a ver, Estela! Negrita linda, siempre vos, trayendos sorpresas.
¡Qué grato encuentro!
Cada vez que te veo vienes con algo nuevo. Siempre vos, con tu misterio.
Pasó tanto tiempo que se me hizo difícil volver a tomar confianza, hasta que me soltaste la lengua y pude empezar a hablar sin miedo.
Con tu mirada de canchera, me pones a prueba a ver qué tanto estoy dispuesta a dar.
Yo te sigo la corriente; a veces es bueno dejarse llevar.
Ay, negra; no sabes cuánto extrañaba el cosquilleo en el estómago. No me puedes culpar: si no hubiese sido por vos, nada pasaba.
Excusas sobran, pero no hacían falta.
Cálido lugar. La música, una montaña rusa de sensaciones; del 'subí el volumen' al 'apaga eso, por favor'... exactamente igual a como me hiciste sentir.
De todos modos, fue lindo caminar con la Luna en los hombros, borrando dudas -si es que quedaba alguna- sobre su complicidad. Brillaba tanto, pero no como esa mirada, quizás la mía también, pero cómo saber.
Ha sido un placer encontrarte esa noche, y dejame confesarte algo que quizás no te diste cuenta: las ganas de envolverte con mis brazos aún no me dejan en paz.

Qué linda sonrisa

martes, 21 de junio de 2016

La fiesta de la hipérbole y el horror

Qué desastre. La ausencia -tu- se encontró con el olor de tu pelo en mi gorro y en la remera gris con poco uso.
Empezó en Facebook con un like que apareció en la foto de una amiga, domingo a la noche. Una vez más, jugando a que no estás.

Fue en la piecita esa, la del calefón que en realidad es termotanque. Como parte de la decoración, el dibujo rosa de la extraña cabeza, en todas sus variantes de color, una al lado de la otra. Iguales.
De fondo sonaba El Flaco.
Se sentaron en la mesa doce del lugar a recordar fugaces momentos húmedos, alerta y autocontrol, mientras leía las breves historias que acompañaban los cuadros que eran la excusa inmediata para ocultar el nerviosismo, el leve temblequeo del cuerpo, las manos transpiradas, el pecho con la sensación de ser un objeto a punto de estallar.

¡BOOM!

Al final se quedaron a dormir, o eso intentaban: la novedad y la calentura no paraban de reír y molestar con su teatro romántico predecible del otro lado del muro, mientras por ahí hacia frío. Mucho frío.
La mañana siguiente hizo más frío aún, pero una ola de calor que llegó de sorpresa dejó una débil sensación de alivio, que sirvió para espantar la soledad y darle paso a la calma; para poder limpiar todo el desastre de la noche anterior, de la fiesta del horror.

Ya no estaban los fantasmas de aquel evento; y no porque hayan desaparecido, sino porque la fiesta, por fin, había terminado.

domingo, 15 de mayo de 2016

:v

Tu voz es un fantasma que no está

Qué tal, cómo te va. Espero que el domingo te esté pegando como a mí.

Hay un par de sentimientos bailando en mi cabeza desde hace un tiempo. Me marean al punto de que un día los aguanto, me la banco, y otros- como hoy- te los quiero vomitar, porque es domingo y me permito dramatizar.

El tiempo ha pasado. Has dejado de sorprenderme. Sin embargo, todavía no me aburrí lo suficiente como para dejar de escribir sobre vos.
No sé por qué siempre me inspiras, y ya sabes cómo es esto; de alguna manera hay que pasar las noches de insomnio.

Al menos escribiéndote te siento cerca, aunque estés más lejos que mi idea de libertad.

Hoy no te escribo para que me digas que te gusta cómo escribo. Hoy te escribo porque me cansé de aguantar.
Y, como si estuvieses adivinando cada una de las cosas que pasan por aquí, continuas tu ardua tarea de inspirarme, con tus canciones, tu silencio, y te acomodas en mi cabeza dispuesto a quemar el resto de lo que quede por ahí.

Haces que odie al mundo, haces que me odie a mí.

Pobre el mundo, que bastante arruinado está, y la sigue remando para no decepcionar a los pocos que todavía creen en él. Ahora se tiene que comer mi odio sin sentido. Qué culpa tendrá él de mi resentimiento.

No existe culpa para el desamor. Me hago cargo de mi desilusión. Dejame ir. No quiero estar así en vos. No te quiero así, de a ratos, cada tanto. ¿Acaso piensas que no duele?

Y no me siento ridícula por decirte todas estas cosas. Es mi manera de gritar por papel lo que me trago con suspiros cada vez que alguien me habla de vos.

Me acuerdo de aquella inocente carta que una vez te di, no sé qué quedó de mí ahí. Ya no somos lo que éramos, y no puedes culpar a Macri de eso esta vez.

No me voy a enojar si decides hacer lo que haces siempre, como fantasma que sos, y desapareces por completo de mi campo visual –virtual, porque en la realidad casi no existes, no te veo- en serio. Andá.

Los sentimientos no han parado de bailar aún, y ya necesito bajar. Buenas noches, ha sido un placer dejarme desencantar hoy.

Buscando algo mejor me voy de esta canción.
La lluvia y el miedo me ponen así.

viernes, 6 de mayo de 2016

La foto del dos mil ocho

Miles de años hacían, y aquí están

Hoy el sol volvió a salir,
De la mano de la peste que no me deja dormir.
Hoy la casualidad trajo recuerdos.
Miles de años hacían, y aquí están.
Y no me olvido del poder que tenían, me entristecía.
Me acurrucaba en un rincón a lamentar lo que no fue.
Es decir, lo que fue pero sin mí.
Alguien más ocupó mi lugar en la foto.
¡Ay! Si habrá temblado este corazón, con los ojos hinchados y la cabeza contra la pared.
Sin embargo el tiempo hizo lo suyo y aquí estoy.
Recordando -sin haberlo buscado esta vez- no añorando.
Dándole a cada cosa el lugar que se merece.
Dejando al -tan- pasado descansar en paz.
Paz: lo que siempre me encargué que de les falte.

Hoy me levanto y sigo en mi búsqueda de sentido, pero con otro rumbo.
Hoy sueño por mí.
Hoy veo aquellas fotos y ya entendí que las cosas pasaron porque así tenían que ser.
Hay sonrisas que ya no duelen.
Ahora me inspiran.

Le suelto la mano al rencor.
Perdón.

domingo, 1 de mayo de 2016

Nevermind the end

“Sin embargo, preferiría que no existieras. Que no hayas existido jamás”

Hay mentes brillantes, capaces de crear las ilusiones más creíbles y magníficas que cualquier otro cuento clásico que puedan leer comprando algún libro.
Mentes que vuelan, que fundan ideas con la suficiente fuerza como para hacerte creer en una falsa realidad. Te capturan, te envuelven, te hacen creer que no hay más que esa realidad forzada. Tan enérgica que es todo lo que existe.

También tienen la habilidad de mejorar las situaciones reales, agregándoles adicionales fantásticos, tan perfectos que es obvio que no son reales. No se asemejan a novelas. Son realidades exageradas, pero te las crees. Te ganan, te atrapan. Las vuelves parte de vos.

Quizás en mi cabeza puedo hacer de la nada misma algo que signifique mucho más de lo que es. Tal vez puedo hacer un príncipe de un mendigo, un genio de un iluso, o incluso un gran amor de un desconocido.

Te he perfeccionado en mi cabeza, pero, no existes.

Sin embargo, son tan extremas y absolutas que caigo en el error –pecado- de creerlas, aun sabiendo que han sido mi creación, mi fantasía, mi ilusión. Y me decepciono. Me desilusiona tanta realidad junta, golpeándome en la cara, mientras me dice deja de delirar.

Él era tan perfecto en mi cuento, irreal.

Reniego. Es en vano, lo sé.
Y aunque sé cómo es todo en realidad, lo elijo así, como yo quiero.

Sin embargo, preferiría que no existiera. Que no haya existido jamás. Ni como yo lo idealicé, ni como es en verdad. No lo quiero más. Porque en cualquiera de sus variantes, de la forma que sea, aun así no podrá pertenecerme. En absoluto.

domingo, 24 de abril de 2016

El gato no lo soportó

Que es domingo, principalmente. Es domingo de otoño y no cambia nada. Nada ha dejado de cambiar.
Que empiezas a pensar en cosas que antes no pensabas, te pones profundo y te das cuenta de otras.
Que te diste cuenta de que estas sola -no te escribe ni tu vieja- y además estas aburrida.
Frío, domingo, soledad y aburrimiento; la receta perfecta para una muerte de 24 horas.
Que sabes que mañana deja de ser domingo, pero empieza la semana y odias los lunes. Uf!
Que es bueno saber que nunca se está tan mal, que siempre se puede estar peor.
Que no queda mas remedio que no tomarlo. Que mate tranquilo.
Que no existe nada mas tóxico que el propio pensamiento, cuando ya no quieres pensar más.

Que mañana es otro día, aunque estés cansado y no quieras más. Mañana es otro día, y para bien o para mal: todo vuelve a empezar.

viernes, 15 de abril de 2016

El sentido

"Te doy las gracias por haber aparecido en mi vida, gracias al destino por haberte conocido, pero sobre todo, gracias por haberte hecho a un lado"

Quizás la vida se trata de eso, de entender que no estamos listos para lo que viene. Nunca lo vamos a estar.

Es probable que dentro de unos años lea estas líneas y la misma experiencia del paso del tiempo me haga reír de lo que hoy pienso, pero creo que la vida es un camino de aprendizaje constante, inalcanzable final. El conocimiento es infinito.

Cuesta aceptarlo, mucho. La insatisfacción de los ansiosos es la peor enemiga de las almas perdidas que todavía buscan cosas nuevas y no paran (no paran) de rumbear.

Ya no saben qué más hacer, siempre quieren más. Un poco por aquí, otro poco por allá, y sin embargo, aquel espacio vacío de sentido sigue igual: vacío.

No lo llenan las sonrisas, las carcajadas, los buenos deseos de ajenos, las mentiras del que envidia, o el amor de tu mamá. Lamentablemente sólo se llena de incertidumbre y dudas. Porque no sabes qué es lo que va a pasar, por lo tanto no se sabe a qué o quién nos vamos a enfrentar más adelante.

Otros dicen que hay que dejar de pensar en lo que viene y vivir el presente, como si vivir fuese una cuestión de respirar y sólo parpadear. “La vida te pasa en un abrir y cerrar de ojos”, y vos no quieres mirar. ¿Entonces?

La palabra “futuro” esconde misterios que nadie nunca va a poder anticipar, porque aunque suene obvio, nadie lo ha vivido. Y aunque haya algunos soberbios que se llenen de orgullo al refregarte en la cara un “yo te avisé”, nunca fue seguro. Todo pudo ser distinto, pero de igual manera nadie nunca va a saber.

Ni hablemos del pasado, ese que está presente para recordar lo que no hay que repetir. El que enseña. ¿De qué nos sirve mirar el pasado si cometemos los mismos errores en el presente y encima después pretendemos un futuro diferente?

Juegos de palabras que sólo tienen lugar porque el tiempo lo permite, porque es eterno. Porque no tiene principio ni final. Los jugadores sí, y todos vamos a morir sin saber cómo jugar.

Lástima de aquel que se crea un buen jugador. Que alguien le avise que él también es mortal, y que el azar nunca se cansa de sorprender al que más seguro cree que está.

Lourdes

domingo, 20 de marzo de 2016

Guerra de palabras

Hablar con él era eso, un conflicto ideológico, político y moral. Una guerra doble entre nosotros dos y conmigo misma.
En mí, las palabras que debían ser dichas atacaban constante y exitosamente a los más sinceros sentimientos, las palabras que de verdad querían salir. Explotar. Palabras que me explotaban en los labios y morían de impotencia al sentirse acalladas por mi cobardía.
Moría la honestidad, pero no moría el amor. Al contrario de lo que se piensa, en la guerra el amor esta presente desde antes del primer encuentro.
Con él, sin embargo, la guerra era menos temible, me fascinaba tener que enfrentarlo, y que me destroce sin piedad con esos versos tan filosos como perfectos, cuyo mayor poder contra mí era la duda de saber si tales rimas eran de verdad para mí o si pertenecían a un discurso común y corriente en su lista de abatidas.
Siempre fue un placer morir de amor en sus brazos. La peor guerra, y la más linda, siempre fue por amor, con pasión, contra él, contra mí, porque sí.

viernes, 4 de marzo de 2016

A pesar de las balas

Prendí la televisión esta mañana, como de costumbre, para ver qué hay de nuevo según el canal que vea, para tener un panorama antes de salir de casa. Nada nuevo por aquí, mucha información internacional, mucha política exterior, poca noticia local.
Agarré el celular, como lo hago cada cinco minutos, entré a mis redes sociales y entendí lo que vengo leyendo hace cinco años en la facultad: los medios no son un reflejo de la realidad. Cada medio decide el corte que se hace y desde dónde se lo mira, si es que se decide mirar.
Entré a Facebook y vi cientos de fotos de gente marchando en las calles que recorro a diario, reclamando por sus derechos. ¿Acaso a vos no te gusta que se respeten tus derechos? A ellos también. A ellos, los docentes, los que cada año están en el centro de la lucha porque siempre pasa lo mismo, y cada vez la situación empeora más.
Vi publicaciones de compañeros de la facultad, de compañeros del laburo, de amigos de otros lados, todos comprometidos con la difusión de lo que de verdad estaba pasando: los estaban reprimiendo.
Ningún medio hegemónico local dijo nada. Ninguno cumplió el rol de "defender la verdad", como se solía pensar. No.
Cientos de uniformados armando "cordones de paz" para evitar que se acerquen a Casa de Gobierno, tirando palazos por doquier. Un show de balas de goma y gas. Me lo contaron por el face.
Me dolía cada publicación de mis amigos y conocidos; me dolía ver la represión, pero más me dolía ver la falta de vocación de los profesionales de la comunicación (que ahora me permito dudar del titulo) que trabajan en los grandes medios de esta provincia por haber contribuido al silencio y haber bajado la cabeza por no perder un puesto de trabajo. "No podemos decir nada", ¿dónde quedaron los criterios de noticiabilidad que nos enseñaron en clases? ¡Estoy cansada de que todos se callen!
¡Me duele como ser humano ver que hay gente que justifica tales actos de violencia institucional dentro del medio y afuera en la calle, al ver un policía matar a golpes a una mujer por dar un paso más!
Qué le pasa a la gente que sigue con sus vidas como si nada pasara, viendo la novela mientras "la seño" de la hija está peleando por un salario justo por su trabajo. En serio, quiero saber qué le pasa a la gente que no se mete porque cree que esto es sólo de los docentes, y no entienden que todo nos afecta a todos.
En ocasiones como estas me gana la impotencia y el dolor y caigo en el error de pensar que no existe esperanza de un mundo mejor. Pero ahí es cuando aparecen unos cuantos que piensan como yo. Que acompañan la lucha desde donde pueden y quieren y que les importa la vida y el derecho del otro simplemente por no ser egoísta y saber que el día de mañana te puede tocar y te va a gustar sentirte acompañado.
Nunca antes había entendido tanto el sentido de la lucha y del compañerismo, hasta hoy.
Este texto es sólo mi humilde opinión, ojalá llegue el día en que todos podamos unirnos como hermanos y luchar contra los que quieren apoderarse de nuestros derechos, juntos.
Estoy con ustedes, docentes y amigos. No están solos, ni lo estarán, porque estamos juntos a pesar de las balas.




Foto: Alan Lucero

Lourdes

miércoles, 24 de febrero de 2016

Digital

Vivimos en un mundo virtual, casi irreal, donde quedamos pocos que todavía valoramos la presencia física, el roce de la piel, las miradas penetrantes y el sonido de las palabras en el momento en que nacen, sin editar. Vivimos en un mundo editado.
Editamos casi todo, menos el corazón. No me acostumbro a la ausencia, extraño.
De ser desconocido, a sonrisas en mi cara, haciendo brillar miradas, dando luz.
De ser el milagro del encuentro, a un mal-conocido por redes sociales. Me enredó. Nunca nos vamos a conocer.
De estar presente a ser ausente.
De ser suspiros, a ser un contacto más de Facebook.
Así de triste y aburrido como suena, en lo profundo de la miseria emocional, digital.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Fosfovita

Nada, que pasó una nube y me acordé de vos. Después se vieron las estrellas y no me pasó nada, pero después salió un viento tan fuerte que quise sentir un abrazo tuyo, o mirarte. O escucharte. O no recordarte. No pasa nada nuevo por aquí, solo el bajón de tener que estudiar y pensarte seguido, bastante. Y el no animarme a decirte que creo que te extraño, y el fosfovita que me hace delirar.
Me olvidé de dormir.
Me olvidé que había que seguir.

jueves, 11 de febrero de 2016

Temperley del Valle

Sábado 6 de febrero, 2016.
Amaicha del Valle, Tucumán.

Mira si no es redondo, que te vas para el otro lado queriendo no saber más de algo, y te lo chocas de frente.
Mira si no es cierto que todo vuelve, si las nubes traen su rostro en cada sombra, y al sol brilla más.
Mira de mágico y maravilloso que es el mundo, somos nada y tenemos la suerte  (algunos) de poder saberlo así.
No somos nada.
Mira si no tendremos paciencia, si podemos estar bien sin matar a nadie. Ya no soporto su voz, ni la del otro, ni la de nadie, y sigo aquí. Aún no exploté. Paciente, ¿no soy?
De nada sirve tener miedo si no tenemos corazón, y no te va gustar. Que te encare con la verdad - mi verdad - no te va a gustar.
¿Y si te callas un poco? Me estás secando las ideas y el mundo deja de ser un lugar mejor, mejor va a ser si no estás vos.
Que la montaña te haga entender que estás de prestado, que ella es eterna y vos no. Efímero. No sos nada y por estar en constante movimiento crees que sos mejor. ¡No lo sos! Ella, sabia, inmensa y hermosa, te ve nacer, crecer, hacer y destruir, y sigue ahí viéndote autodestruir.
Llorá, sí; el mundo ya no es un lugar mejor para nadie, pero no intentes huir, ni putear ni hacerte el malo, porque no sirve; y salir corriendo pierde sentido cuando te pones a releer el primer renglón de este pedazo de árbol.
No somos nada, pero no podemos dejar de ser.

Lourdes

jueves, 28 de enero de 2016

Espacios vacíos de sentido

Pobre de aquel que se crea dueño de su alma.

¿Quiénes somos todos los que estamos parados aquí? No sé a dónde vamos, pero sé por qué estamos así.
Ni si quiera tengo en claro qué quiero decir, pero quiero escribir.
Me he dado cuenta de algo: no soy dueña de mi alma.
¿Qué nos hace pensar que somos dueños de nosotros mismos? ¿Te sientes dueño de tus sueños o emociones? ¿Estás seguro de no ser preso de tus acciones? ¿Dónde queda en claro nuestra libertad? Libertad ¿Libertad de qué o para qué? Si ya nadie puede hacer nada sin tener que dar explicaciones.
De qué libertad me hablan, si ya no se puede caminar en paz, o hablar, o mirar, o sentir sin ser juzgados, atacados. Gente pidiendo el por qué. ¿Será que tengo libertad para pensar?

Me he dado cuenta de que tampoco soy dueña de mi cuerpo. He venido al mundo sin querer, y no hago más que usar y abusar de lo que se me ha dado. Lastimo y me lastimo. Y digo “abuso” porque nada es mío, estoy de prestada. Estoy de paso por aquí.

Entonces suena una canción que me incita a preguntar, sin miedo: ¿qué he estado haciendo todo este tiempo? Cómo es posible que haya pretendido poner en juego así el corazón, llevar al límite la seguridad de mi esencia. ¿Qué pasará con mi alma si llego a caer? ¿Qué buscaba? Buscaba.
Haber perdido tanto tiempo buscando personificar el amor, ese del que todos hablan y pocos sienten.
¿Será que lo sentí alguna vez? Me siento tan externa a mí misma que ya no estoy segura de nada. Ya no sé si todo ha sido real o si una vez más jugué con mi imaginación. O mi mente jugó conmigo.

Basta de culpar al destino y al universo de mis fracasos. Aquí nadie es culpable de nada.

Después de todo esto me siguen lloviendo preguntas: si no soy dueña de mi cuerpo ni de mi alma, ¿quién es la que habla? ¿Quién es la que piensa? ¿De quién es la voz dentro de mi cabeza? ¿Quién decide por mí?

Es esta la peor manera de existir; no sé si estoy bajo tierra, en el medio, o en lo profundo de algo que no sé si tendrá fin.

Termina la canción y aún no sé qué hago aquí. ¿En dónde enseñan cómo seguir?

Lucy's underground, she's got a mouth to feed