jueves, 23 de mayo de 2013

Volvieron

Los triangulitos a la pantalla de su pc. Los testamentos que estamos cansados de leer. Los nudos en el estómago, garganta, cabeza. Los interrogantes a las tres de la mañana. Los desvelos. Las caminatas largas con los pies helados. Los capuccinos calentitos en la cama. Los sábados a la noche de película. También volvió el bigote, la barba. Los ojos tristes, rojos. Los colchones sin la sábana de abajo. Las botellas de agua al costado de la cama. El pato al lado de la almohada. Los mensajes de texto. El sarcasmo. Pero no, no volvieron muchos otros: las manos juntas, las miradas cómplices, los abrazos infinitos, los "conectate, tengo algo que contarte YA", las meriendas de verano, las risas exageradas en los colectivos, las cosquillas, la sonrisa "D". La foto en el placard? No. tampoco volvió.

martes, 21 de mayo de 2013

Bu (04.03.2011)

Describir el momento en que estamos juntos seria hablar de mas. No encuentro palabras para decirte lo que siento cada vez que me ves. Es todo tan anormal para mi, que dudo acostumbrarme a sentir esto. Es una mezcla de emociones, pero dentro de todas esas emociones me siento feliz cuando estoy con vos.

lunes, 20 de mayo de 2013

Flores, chocolates y porrones

Después de casi ocho meses de no saber de vos, te veo volver. Con un "hola, cómo estás?" no es suficiente para enmendar el tiempo que desapareciste, sin contestarme un "hola, cómo estás?", qué loco, no? Igual no pienses que estoy enojada. Me alegra verte y saber que estás bien. No sé qué te trajo por estos lados, ni el motivo que te impulsó a escribirme de nuevo, pero lo mismo te respondo, simple y principalmente porque yo no soy como vos.
Disculpa si no contesto todos tus insistentes e insignificantes mensajes, es que, después de tanto tiempo sin saber de vos, conocí algunas personas con quienes tengo muchos mensajes insistentes e insignificantes que mandarme, y yo diría que son mas importantes, pero sí, te contesto: estoy bien y no, no creo, en realidad no sé si saldré el fin de semana porque ando rindiendo exámenes y, como ya sabes, me preocupo por ser alguien el día de mañana porque, repito, no soy como vos.
Eu! Qué? Era tu cumpleaños, dices? Uy, qué boba! Me colgué, espero que hayas pasado un lindo día! Qué tal todo?
[...]
Cómo que te enojaste? Que yo decidí salir con mis amigos y no te saludé? Dejame decirte que, como siempre, te estas equivocando... No es que quiera hacerte sentir mal, todo lo contrario! Sé que debes estar "enojado" porque no te saludé, pero dejame recordarte... Qué hiciste vos para el día de mi cumpleaños? Qué no hiciste vos ese día? No te acuerdas? Bueno, hace memoria y recordalo porque no son cosas que me guste volver a pensar, porque lo vuelvo a sentir y te vuelvo a odiar por lo que hiciste.
Ah, ahora te acuerdas? Pasé el peor de los cumpleaños por tu culpa, imbécil! Te das cuenta? Recorda que no soy tan estupida como vos. Yo me acorde de tu cumpleaños y si no te saludé fue porque no te lo merecías. No mereces ni siquiera mis palabras ni todo el tiempo que perdí pensando en qué hacer para hacerte feliz, algo que fue en vano porque nunca lo valoraste, nunca te importó, aunque digas que "sos un colgado pero si me quieres mucho y soy muy importante para vos"; qué estupidez, por Dios! Y piensas que ahora me vas a conmover? No, ya no.
Y qué esperas? Que después de todo vaya a tu casa llevándote flores, chocolates y porrones, pidiéndote perdón por lo desconsiderada que fui al no saludarte y festejar tu cumpleaños con vos? No, mi amor. No, idiota, no va a pasar.
De última podrías hacer lo que hiciste siempre: buscar al dealer de tu barrio y comprarle flores, ir al kiosko y comprarte un milka y buscar a tu mejor amigo y se toman un porrón, la pasan bien y haces de cuenta que esto nunca pasó, como de costumbre. Y a mí dejame tranquilita como estaba antes de que volvieras a romper mi equilibrio, ese que desde que te fuiste me costó mucho recuperar.
Espero que hayas tenido un lindo día de mierda. No me jodas más. Chau!

A.R.
Marisol.

viernes, 10 de mayo de 2013

Thunderstorm

El frío hace notar su llegada, refrescando ausencias, tantas de ellas. Suena una guitarra de fondo y del fondo se desprenden una lagrima, una risa. El orgullo.
Tormentas que no llegan, que no están, pero se las siente. No hay quien seque esa lagrima, ni con quien compartir esa sonrisa, pero sí hay alguien que remarca tu orgullo.
El tiempo, dicen, ayuda a crecer, a perdonar, pero ese perdón puede jugarte en contra cuando sirve para volver a bajar la cabeza y dejarte golpear. No hay que perdonar, no hay que olvidar, no hay que dejar de reír ni hay que dejar de llorar. Pero sí hay que dejar en un costado, aunque sea por un momento, eso que endurece el pecho y te hace temblar, aún sabiendo que vas a salir golpeada otra vez.
Se trata de aprender a vivir en tormentas y no dejar de caminar.
Tormentas. Ojalá estuvieras ahí para sostener mi paraguas!