sábado, 17 de diciembre de 2016

El Magistrado

Yo estaba enamorada. Estaba enamorada de vos.

Hacía tanto tiempo que no sentía esa sensación horrible en el estómago. Hacía tanto que no podía dormir de tanto pensar y delirar sobre alguien. Hacía un montón que no flasheaba mil historia con mil finales distintos con nosotros como protagonistas. Hacía mucho que no me enganchaba así.

En aquel tiempo pensé, como es usual, que nunca más iba a volver a estar así de feliz. Me creía estúpida por repetir un nombre con una sonrisa en la cara y los cachetes colorados. Repetía una y otra vez que había sido una idiota y que eso iba a cambiar. Y así fue, hasta que vi tus cejas enormes con tu nariz perfecta, y la oscuridad de tus ojos me obligó a perderme en ellos. Así de bien me sentía cuando no te conocía.

Después volvieron los buenos momentos en mí, volvió el sujeto-objeto a quien extrañar, y también volvieron los tragos amargos, la insatisfacción eterna y la puta soledad. Vos ya no me dabas lo que quería, pero te necesitaba para alimentar mi hambre de drama. Vos eras lo que yo quería, y no te tenía.

Todo fue peor hasta que perdí el control y con cuatro palabras me bajaste de la nube 284, en donde creía que era feliz, postrada ( sí  ) en una porción de tierra que dibujaste y creí mi lugar.

Hasta que me cansé de hacerte creer que me hacías un favor cada vez que juntabas ganas y te dignabas a abrazarme. Nunca fue así, pero como toda masoquista quise jugar así. Siempre un juego.

Te dije lo mucho que te había querido y te molestaste. Te molesto saber que alguien se había enamorado de vos. No tuviste el valor para hacerte cargo de lo que tu personaje inspiró. Sin embargo no te culpo por nada, todo está bien.

Nada está en orden cuando regresas. Aún no han vencido las hojas de aquella planta, pero pronto, confío en que así será.

Mientras, me dejo llevar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario