La noche inspira a los llorones. Se presta para los que extrañan, para los que piensan, y recuerdan, y, mierda, cuánto te extraño...
Te extraño más que a nadie. Nunca extrañé tanto un abrazo como extrañé el tuyo, y ahora que me lo volviste a quitar creo que lo extraño aún más.
Extraño ver una sonrisa en tu cara, extraño causarla, y disfrutarla.
Extraño y es extraño que te extrañe tanto después de todo. De todo. Pero, ¿sabes una cosa? A pesar de dormirme y despertarme pensandote, a pesar de renegar por no tenerte, a pesar de ser tan optimista y de haberme quedado sólo con lo mejor de vos, a pesar de eso el lado B de mi memoria me dice que pare. Que no espere. Que me vaya. Que le haga caso de una vez por todas al lado izquierdo de mi brazo y siga adelante. Seguir adelante después de vos.
No es difícil dar el primer paso, lo difícil va a ser poder correrte la cara dentro de poco cuando seas vos el que vuelva, extrañandome. O mejor todavía, no aparecer cuando me busques.
¿Te espero, o te dejo ir? ¿Sigo preguntando, o esta vez decido yo?
lunes, 13 de abril de 2015
Después del chaparrón
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