El frío hace notar su llegada, refrescando ausencias, tantas de ellas. Suena una guitarra de fondo y del fondo se desprenden una lagrima, una risa. El orgullo.
Tormentas que no llegan, que no están, pero se las siente. No hay quien seque esa lagrima, ni con quien compartir esa sonrisa, pero sí hay alguien que remarca tu orgullo.
El tiempo, dicen, ayuda a crecer, a perdonar, pero ese perdón puede jugarte en contra cuando sirve para volver a bajar la cabeza y dejarte golpear. No hay que perdonar, no hay que olvidar, no hay que dejar de reír ni hay que dejar de llorar. Pero sí hay que dejar en un costado, aunque sea por un momento, eso que endurece el pecho y te hace temblar, aún sabiendo que vas a salir golpeada otra vez.
Se trata de aprender a vivir en tormentas y no dejar de caminar.
Tormentas. Ojalá estuvieras ahí para sostener mi paraguas!
viernes, 10 de mayo de 2013
Thunderstorm
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