Está la pareja que hace treinta años desayunan juntos y cada día parece el primero por cómo se tratan, cómo se cuidan, cómo se aman, junto con la menor de sus hijas, de veinticuatro.
Hay mate y tortilla de por medio en una charla medio-seria sobre temas de barrio.
La madre habla con total seriedad, a lo que la hija interrumpe:
M: no se qué va a pasar porque-
H: ay, mami! Tienes bigotes negros!
P: pero te quedan hermosos, mi amor.
M: no. Eh. Pasa que. O sea. Yo siempre me saco-
P: tranquila! Te quedan hermosos. Fin del tema.
La extraña en la casa se ríe sin parar, después agarra el celular y toca el ícono con la letra B.