Una historia más en pandemia, y no es ficción.
Hasta hace unos días el Coronavirus era solo un tema más de la agenda para mí. Todos los días ver noticias sobre números, contagios, muertos, vacunas, polémica, y por supuesto el miedo a contagiarme y de perder a un ser querido.
Esto último, aunque real, debo admitir que lo dejaba para un último lugar en mis preocupaciones. No hay que pensar en eso, "lo que buscas te está buscando", nada malo va a pasar, vos cuídate no más. Pero no fue suficiente.
Junio de 2021 sacudió mis esquemas. El Coronavirus tocó mi puerta, durmió en mi cama, convivió a mi lado por 14 días, y se llevó a mi primo en 20, sin si quiera rozarme.
Hay tanto que quiero decir. Tanto que quiero gritar, escupir las palabras, con enojo. Palabras que en realidad son preguntas que no tienen respuesta y no porque sean retóricas sino porque simplemente no hay.
Y eso es lo peor, la incertidumbre de saber que hay cosas que no se saben, que no tienen explicación.
¿Cómo pudo contagiarse la persona con la que duermo, como, estoy y comparto hasta el aire que respiro, y yo no?
¿Cómo pudo un virus llegar a consumir cada celular de dos pulmones en 14 días, hasta matar?
¿Cómo puede una madre seguir viviendo sabiendo que su hijo, ese ser que se formó y nació de ella, ahora está muerto, ya no está?
¿Cómo puede dormir esa esposa, sintiendo el frío de la ausencia del amor de su vida en la cama?
¿Cómo le explicamos a un adolescente que no es culpable de la muerte de su padre? Que nadie tiene la culpa de enfermarse, aunque él se haya contagiado primero.
¿Cómo entender que ninguna vacuna, ni distancia ni barbijo garantiza que se evite una muerte?
¿Cómo aceptar que la muerte es parte de la vida y tarde o temprano va a pasarnos a todos, a la gente que amo y a mí?
¿Cómo dejar de preguntarme 'por qué' ante todo?
Me duele algo en el pecho, hay un vacío. No termino de entender, de caer.
Todo lo que pasó en junio de 2021 fue surrealista. Ninguna película de terror me va a volver a asustar. Ya me rompió la realidad.
¿La pandemia va a terminar? Posiblemente, algún día. Pero la muerte; oh, la señora muerte siempre va a estar esperándonos al final del camino, a todos por igual.
No puedo creerlo, Lucas. Simplemente no puedo. Lo siento, siento al dolor en mi corazón. Te extraño y te voy a recordar con mucho amor, siempre. Hasta pronto, primo querido.