El que dice que no sabe actuar, miente. El que dice que se muestra "como es" y que no le gusta "caretear", también. Todos mienten, todos mentimos, pero no todos lo hacen con mala intención; a veces somos conscientes, pero la mayoría de las veces mentimos inconscientemente.
Nos mentimos a nosotros mismos, también, al pensar y sentir que no mentimos, pero en fin, ¿existe una única verdad? y en ese caso, ¿a quién le importa la mía?
Podemos pararnos a pensar que todo lo que hacemos desde que nos despertamos es mentir, o podemos reconocerlo libremente y seguir. Todo está actuado, a veces con guión, pero igual todo es parte de la realidad. La realidad de cada uno es íntima, "cada persona es un mundo" dice es slogan de la empresa de teléfonos más verga del país, pero es correcta. A mí sólo me convence mi realidad, mi verdad. Y sé que con todos pasa lo mismo, es un proceso interno e individual que cada uno vive y siente y no se puede detallar.
Nos levantamos, mientras miramos el espejo al lavarnos la cara, ya pensamos en qué personaje vamos a interpretar durante el día, o durante esa mañana, para después cambiar por otro a la tarde.
En el laburo somos los que más se esfuerzan (o no), en la facultad somos los más aplicados (o no), con nuestros amigos somos todos payasos (o no), en nuestra casa mostramos "la hilacha" (o no), y en la calle somos lo que sugiere la canción que suena en tu reproductor. Actuamos.
A veces nos cuestionamos si hicimos bien, si hablamos de más, si nos faltó hacer algo, y quizás es ahí el momento en el que nos sacamos la careta: cuando reconocemos (mentalmente) nuestros errores, hasta el más mínimo y (mal llamado) insignificante.
Bienvenidos al show donde todos tenemos objetivos diferentes y de igual manera entramos en la guerra de egos por querer ser los mejores:
Bienvenidos al show donde todo es como quisiéramos que sea, donde cada uno muestra lo bien que le va, donde todo es perfecto.
Al show del depresivo que sufre día a día por la pérdida de algo o alguien, y necesita apoyo de sus allegados para atravesar esa triste situación porque la está pasando mal "en serio".
Al show de los "modelos", los modelos de la estigmatización, los estereotipos modernos de la perfección, los que muestran vidas y cuerpos "perfectos", relaciones perfectas, sonrisas perfectas, con miles de likes en todas las redes sociales, "populares".
Al show de los que no tienen un show propio y buscan participar en el de los demás, de una u otra forma, para bien o para mal.
Bienvenidos al show de los vegetarianos, veganos, ovolacto vegetariano, carnívoros, super carnívoros, bulímicos, anoréxicos (cuyo show es privado, obvio).
Bienvenidos al show de las putas, los putos, las tortas, los carneros, los borrachos, los drogadictos, los pendejos, los viejos, los que no se sienten cómodos con ninguna de las anteriores pero tampoco quieren sentirse excluidos.
Al show de los enamorados. Los que se aman de verdad con cada órgano de su cuerpo.
Al show de los que no quieren invitar a nadie a ver su show, porque su vida es de ellos, metete en la de los otros o comprate una (?).
Bienvenidos al show del pesimista, del optimista, del que evita "gente tóxica", del que escribe manuales de autoayuda,
Del rockero que no se pierde un recital, del hippie que hace artesanías, del hippie con osde que se fue a Europa, del millonario que no se fue de vacaciones por "rata".
La lista podría ser más larga de lo que nos imaginamos, pero siempre va a haber show para todo.
¡Qué loco cómo algunos creen que la vida es aburrida, con tanto entretenimiento! ¡Qué loco que muchos creen que entretenimiento sólo hay en la TV! Qué loco que algunos se crean locos, jugando a ser locos, porque ese es el show que más les gusta producir.
No hay excusa para el show, no es necesario tener plata para montar el mejor.
Bienvenidos a mi show.
Marisol