Y, entre tantas otras cosas, me gusta escucharla llegar. Sentir esos truenos que parecen retarnos por hacer las cosas mal, provocando que los vidrios tiemblen, junto con el salto de susto de algún que otro cagón. Me gustan las tormentas cuando estoy distraída, pero más me gustan cuando estoy con vos. Ya no me dan miedo, te juro que no.