Dormía bajo un no tan alto techo escuchando el sonido de la lluvia, sintiendo el viento frío chocando contra mi cara.
Dormía sin esperanzas de soñar. Sin esperanzas de saber de él. Sin esperar nada.
Dormía y lo soñé, sin querer. Otra vez.
Desperté. Desperté con gotas de lluvia empapándome. La lluvia era tan intensa que mi techo no fue suficiente para cubrirme de ella, así como el tiempo no es suficiente para alejarme de él.
Qué importa qué habré soñado. Importó saber que sigue presente en mi inconsciente. Ya no quiero.
Ya no. Por favor.
Desperté asustada, desganada. Y lo pensé. Me tomé unos minutos para pensar en ese sueño y en lo que sería volverlo a ver, pero no quiero. Ya no.
Siento que le debo una disculpa, pero no quiero hablarle, ya no.
Pienso en él y siento. Vuelvo a sentir. Siento todo. Mi corazon vuelve a exaltarse. Pero no quiero nada. Lo lamento. Ya no.
lunes, 3 de noviembre de 2014
Ya no
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